jueves, 24 de septiembre de 2020

Capítulo 2

 

Altamira no quiere dejar la recámara en la que está dormido el pequeño Fernando. 

--mi viejita, vamos. Deja al chamaco dormir tranquilo.

Altamira mira al pequeño con mucho cariño. Le acaricia la cabeza:

--se veía tan asustado ¿¿qué le debía pasar?¿de qué debió huir?

El niño está durmiendo y con sus manos tiene agarrado una medalla. La vieja le pone bien las manos y le ve el nombre: Fernando de la Torre.

--así que por fin sabemos cómo se llama. Con esto podremos encontrar a sus padres. --Jacinto.

--pero no le digas a la policía que nosotros tenemos al niño. Trata de averiguar pero sin decirles que nosotros tenemos al niño.

--¿porqué, mi viejita?

La anciana se lleva las manos al pecho:

--es que tengo el presentimiento de que el niño huía de algo. Hazme caso,  primero averigua y después hablamos.

--¿tú crees que es necesario?

--lo es.

--bueno pero vamos a dormir ha sido un día largo. No has dormido en toda la noche, descansa un poco.

--no, no tengo sueño. Deja que me quede aquí.

El anciano se tiene que llevar a su esposa casi arrastras. Ella se acerca a la estantería en la que han dejado las urnas con las cenizas de su hija:

--yo sé que tú me mandaste ese pequeño ángel para iluminar mi vida.

Jacinto le pone la mano en los hombros:

--mi viejita, este niño no es nuestro..No te hagas ilusiones. Este niño debe tener a sus padres.

--Es para nosotros  yo lo sé. Ve al pueblo a ver si alguien ha preguntado por este niño.


A Fernando en sueños se le repite una y otra vez el horror que vivió su madre. Se despierta gritando. Altamira corre a consolarlo.

--¡¡no tengas miedo mi niño¡¡yo estoy a tu lado, nadie te va a hacer daño¡¡nadie¡¡

Fernando abraza llorando a esa mujer. 

--¿quien te hizo daño?¿qué te pasó? dime... deja que yo te ayude...

Fernando mira a Altamira horrorizado. Recuerda la persecución, el cadáver de su padre, su angustiosa huida con su mamá, cuando se fue dejando a su mamá sola, la cruel violación a la que está fue sometido y el disparo final. La anciana acaricia al pequeño:

--no, no digas nada. ¿Tienes hambre?

El niño hace que no aunque le suenan las tripas.

--primero te das un baño, anoche llegaste tan sucio. Mientras yo te preparo el desayuno y vemos que te pones.

El niño obedece pero se ve tan triste, tan asustado. Altamira le da un beso:

--ay mi niño, lo que daría yo por verte feliz... Yo te ayudaré para quitar esa carita triste... Anda, vete a darte un regaderazo.


Mientras el pequeño está en la regadera tratando de olvidar el infierno que ha vivido sin lograrlo. Llega Jacinto.

--¿y bien?¿se sabe algo?

--No nada. Yo creo que es mejor llamar a la policía.

El niño sale en ese momento envuelto en una toalla y se tira a la falda de la anciana:

--¡¡no me dejen, no me dejen¡¡¡no tengo a nadie. No me echen de su casa, no tengo a dónde ir¡¡no tengo¡¡

Altamira lo ve tan angustiado, le acaricia el cabello:

--mi niño, no te pongas así. Ya te preparé tu desayuno. Te vas a quedar con nosotros ¿verdad?

La anciana mira a su esposo que no tiene corazón para decir que no. Sonríe al niño y dice:

--si, desde hoy eres nuestro nieto.

Jacinto mira al pequeño y señala la medalla de él:

-- Fernando de la Torre . ¿Ese eres tú?

En la mente del niño retumban las últimas palabras de su madre, la orden de Montesinos. Agarra el medallón, siente que está en peligro y que debe huir tal y como le aconsejó su madre, y lo lanza al piso:

--¡¡no, no¡¡no dejen que me maten, no dejen que me maten¡¡

Los ancianos lo abrazan y tratan de calmarlo. Tocan a la puerta y los tres se sobresaltan. Fernando está escondido tras la anciana:

--¡¡me encontraron, me encontraron, me van a matar¡¡me van a matar¡¡

El niño está aterrado y Altamira no hace más que protegerle.

--¡¡no abras, viejito, no abras¡¡

Jacinto mira antes de abrir, sonríe:

--Es Pablito.

Altamira sonríe:

--Pablito  es el hijo  de nuestros vecinos. Ya verás como te cae bien...

Pablo, que tiene cinco años,  entra y se coloca frente a Fernando:

--¿y tú quien eres?

Fernando mira al niño con desconfianza. No dice nada.

--él es nuestro nieto. Fernando Lavalle, el hijo de nuestra hija que en paz descanse.

Altamira mira a su viejito con mucho amor y apapacha al pequeño.

--pues hola. Yo soy Pablo  Pacheco.

Pablo saluda con interés a ese niño aunque Fernando se mantiene distante, eso sí mira a los ancianos con dolor y agradecimiento. 


8 años después...



Fernando es un guapísimo joven al que el pasado persigue. Está durmiendo. Esa pesadilla se le repite una y otra vez. Ve el rostro del hombre con la medalla del trébol dentro del triángulo, es un rostro que se le ha quedado clavado en el alma. Ese hombre ríe y el crimen a su madre se le repite una y otra vez. Despierta sobresaltado. Abre un cajón de la mesita y saca su medalla. Esa medalla que era de él cuando era niño. La besa lloroso:

--esto es lo único que me quedó de ustedes ¡¡pero juro que esto no va a quedar así¡¡¡Sea como sea pero ese hombre pagará por su crimen¡¡Mi vida no importa, mi vida es vengarles a ustedes Yo no importo, gracias a esta gente he vivido pero mi vida sólo vale para hacer pagar a ese hombre  lo que le hice a mis padres y aunque la vida juro que lo pagará...

El guapo joven hace una cruz con sus dedos y la besa. Llora pensando en sus papás:

--perdónenme por haberlos tenido que negar.

El "si me pasa algo huye" de su madre y el "busquen al escuincle y mátenlo" martillea sin cesar en su mente.

--Ni siquiera tuvieron un entierro digno. No me quedó una tumba en la que llorarles pero viví¡¡estoy vivo y mi vida va a servir para vengar la muerte de ustedes¡¡¡No importa los años que me tarde pero encontraré al hombre ese y acabaré con él de la misma manera cruel que ese desgraciado me robó mi infancia¡

El chico golpea con mucha fuerza sus puños y su rostro está lleno de odio.

--¡maldito, maldito¡¡

Tiene clavada en su alma el rostro de ese hombre y su medallón: el del trébol en un triángulo.

--¡¡lo mataré con mis propias manos¡¡lo juro¡¡


Mientras en la cocina Altagracia está preparando la comida para Fernando. Jacinto llega de la calle.

--¡¡aún no se levantó ese bueno para nada??¡¡

--¡¡no hables así de mi nieto querido¡¡

--¡El amor te ciega, viejita, ese chico es un mal agradecido que nunca ha tenido una palabra de cariño para nosotros y eso que nos hemos desvivido por él¡

--pobrecito, aún a veces lo oigo gritar en las noches. Aunque él lo quiere quitar importancia a sus pesadillas yo sé que algo muy grave lo pasó y aunque por eso mismo es incapaz de mostrar cariño yo sé que nos adora.

--¡¡pues yo no sé qué decirte¡¡no estudia, no trabaja¡¡ni amigos tiene¡¡No sé a quien metimos en nuestra casa, yo creo que fue un error¡¡

--No lo fue. En el fondo de mi alma yo siento que le salvamos y la vida y no necesito que él me diga nada para sentirme querida. él es mi vida y doy gracias a Dios por haberlo puesto en mi camino.

--¡es que lo has malcriado demasiado y por eso hace lo que se le pega la gana¡

--ya, no vayas a hablar tan fuerte. No quiero que mi muchacho te oiga y se sienta mal, mira que si él se va por tu culpa no te lo voy a perdonar.

Jacinto habla con cierto desprecio:

--¡¡que se va a ir¡¡¡Yo creo que el muy fresco se escapó de su casa por mala gente y ahora quiere dar pena¡¡

--¡¡pues yo sé que no es así y si no quieres tener problemas conmigo no lo repitas¡¡

Jacinto se va muy enojado. Altamira no se da cuenta que Fernando (sólo lleva el pantalón del pijama) lo ha oído todo. Se encierra en su recámara y los ojos enrojecidos.

--estoy seco, algo se murió dentro de mi con mis papás. No sé querer, no puedo querer. Mi misión en la vida no es querer sino odiar y vengar a esos asesinos.¡¡y lo haré¡¡sea como sea lo haré¡¡

Fernando se da un regaderazo para tratar de calmarse. Luego va a desayunar. Altagracia lo trata con mucho cariño pese a la frialdad de él y es que aunque Fernando desea mostrarse almenos agradecido es algo que no le nace y se muestra brusco pero Altagracia lo adora igual y le repite con mucho cariño que lo ama. Llaman a la ventana, ven a un joven de 13 años. Altagracia sonríe. Fernando no.

--¡¡otra vez ese pesado¡¡ --dice Fernando molesto.

--Pablo  es muy buen niño. Siempre ha estado a tu lado intentando ser tu amigo.

--¡¡yo no necesito amigos¡¡

Altagracia le toma de la mano:

--todo el mundo necesita amigos.

Fernando la mira con dureza, con un gran dolor. La viejita lo besa y le dice:

-- Ya eres un hombre ¿no te gustaría enamorarte?

--¿de ese niño? --dice con desprecio.

--de quien sea, pero abre tú corazón. Y no encontrarás a nadie que te quiera más que Pablo aunque él es aún muy niño pero te admira y se desvive por ti. Eres importante para él y deberías tenerlo en cuenta.

Altragracia va a abrir.

--¡¡no lo abras¡¡ --exige el chico.

--yo no le puedo hacer eso y procura no ser tan grosero como siempre.

Pablo  entra y vibra al ver a Fernando. Se muere por él y eso es evidente. Lo ama aunque Fernando le muestra desprecio.



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